Los indígenas del Perú, los incas, hablaban de una región muy
rica en oro, llamada Chile, que se encontraba más al sur. (El norte de Chile
estaba dominado por los incas).
Los españoles escucharon estas noticias, y un grupo de ellos
bajo el mando de Diego de Almagro intentó la conquista de esta nueva región.
Diego de Almagro juntó todo el dinero que había logrado
reunir, y equipó una expedición de 500 hombres. Le acompañaban numerosos
indígenas que conducían llamas cargadas con alimentos, utensilios y todo lo que
pudieran necesitar en la ruta.
Iniciaron el viaje hacia Chile debiendo cruzar la Cordillera
de los Andes, donde tuvieron terribles sufrimientos. No soportaban el frío y la
altura, se sentían enfermos, se les congelaban los pies. Los indios dejaban
abandonados en el camino los alimentos y los utensilios, porque no soportaban
el peso. Muchos murieron.
Al fin, agotados, flacos y enfermos los castellanos bajaron de
la cordillera al valle del río Copiapó.
Era el año 1536.
Almagro avanzó luego hasta el valle del río Aconcagua, donde
estableció su campamento. Hizo recorrer el territorio por sus hombres.
Pero no encontraron la riqueza que esperaban, decidieron
regresar al Perú. Volvieron por los desiertos del norte; aunque el camino era
más largo, así evitaban la cordillera que tantos problemas les había hecho
pasar.
La expedición había sido un desastre. De regreso en el Perú
contaron el fracaso de su viaje, su desilusión al no encontrar las riquezas
esperadas y los sufrimientos al cruzar la cordillera
A comienzos de 1537 Almagro, el descubridor de Chile por la vía terrestre,
abandonó el territorio por Atacama ante la premura de regresar a Cuzco, una vez
conoció la rebelión de Manco. Le aguardaban la guerra con Pizarro, la prisión y
la muerte a garrote un año después por orden de este último.
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