El comercio y los descubrimientos geográficos
A fines de la Edad Media, que fue una época muy lejana (allá
por el año 1489), el comercio en Europa había alcanzado un gran adelanto.
Los comerciantes viajaban de un lugar a otro comprando y
vendiendo sedas y telas muy finas, y también unos productos nuevos perfumados
con los que daban sabor a sus comidas. Eran las especias: canela, clavo de
olor, pimienta, nuez moscada y otros.
En todas partes se notaba gran entusiasmo por viajar y llevar
estos nuevos productos; algunos iban en largas caravanas atravesando desiertos.
Otros viajaban en barcos, cuando querían llegar a una isla o a algún lugar de
la costa.
De este modo descubriendo rutas
por tierra y por mar, que quedaban señaladas en mapas para que otros viajeros
siguieran el camino que a los primeros les había dado buen resultado.
La navegación había ido perfeccionándose:
Las viejas embarcaciones se
transformaron en naves con una gran cantidad de velas para aprovechar mejor el
viento; se llsmaron carabelas.
Inventaron el timón para dar
mejor dirección al barco. Y un nuevo
instrumento llamado brújula.
La brújula llegó a ser la herramienta indispensable para los
pilotos, porque la misteriosa aguja imantada les señalaba siempre uno de los
puntos cardinales: el norte.
Con todos estos adelantos, se podían iniciar nuevas
exploraciones geográficas sin temer al fracaso.
En medio de este
entusiasmo comenzó a destacarse un joven marino portugués, Cristóbal Colón.
La brújula llegó a ser la herramienta indispensable para los
pilotos, porque la misteriosa aguja imantada les señalaba siempre uno de los
puntos cardinales: el norte.
Con todos estos adelantos, se podían iniciar nuevas
exploraciones geográficas sin temer al fracaso.
En medio de este
entusiasmo comenzó a destacarse un joven marino portugués, Cristóbal Colón.
Con este plan se presentó en la corte de Portugal, pero allí no
tuvo éxito. Entonces llevó su idea a España, y después de mucho tiempo, de
mucho insistir y mostrar mapas y dibujos, consiguió la aprobación de los reyes
católicos, Fernando e Isabel.
La idea era buena, pero el viaje era caro. ¿De dónde
obtener los medios para organizar la exploración?.
Colón obtuvo el apoyo de algunos personajes de la corte y la
reina Isabel la católica, conmovida con el entusiasmo del navegante y las
ventajas que resultarían para España si tenía éxito, decidió impulsar el
proyecto y contribuir al equipamiento.
Con tres pequeñas carabelas que consiguió, Cristóbal Colón
comenzó a organizar el viaje lleno de entusiasmo. Inició la inscripción de
hombres para formar la tripulación; dos marinos con mucha experiencia formaron
parte de su lista, los hermanos Martín Alonso
y Vicente Yáñez Pinzón, quienes fueron una gran ayuda para Colón.
Cuándo todo estuvo listo, zarpó la expedición desde Puerto de
Palos, en España.
Durante el viaje los días pasaban y las islas no se divisaban;
los marineros comenzaron a inquietarse, los alimentos escaseaban, ya pensaban
que estaban perdidos y querían volver.
Estaban desesperados y angustiados, cuando el vigía lanzó el
grito de “¡tierra, tierra!”. Era el 12 de octubre de 1492, tres meses después
de haber dejado el puerto, en España.
Colón desembarcó cayendo de
rodillas al mismo tiempo que clavaba la bandera de los reyes de España, orando
emocionadísimo y feliz por el éxito del viaje.
Pero no eran las Indias las que
había encontrado el navegante en su nueva ruta. Otros marineros pudieron
comprobar, más tarde, que se trataba de un continente nuevo que no aparecía en
los mapas hasta ese momento: América, una tierra habitada por aborígenes
morenos, llena de colorido, de pájaros multicolores, de plantas raras, de
selvas impenetrables. Esto, era mucho mejor para España, pues sólo bastaba
explorar el nuevo continente, adentrarse en él para arrancarle sus secretos y
tomar sus tesoros, en nombre de España y sus reyes.
Cristóbal Colón había llegado a las islas del Mar Caribe.
Cuando regresó a contar a los reyes de España su descubrimiento, llevaba con él
un numeroso grupo de aborígenes, vistosos papagayos multicolores y otros
pájaros de plumaje hermoso; cofres con piedras preciosas, joyas hechas por
los indígenas y mantos de lana fina de
los animales de esta nueva región.
Todo causó un gran entusiasmo y se organizaron inmediatamente
grupos de hombres audaces que se embarcaron al nuevo continente para explorarlo
y conquistarlo.
Tomaron
posesión del territorio en nombre de España, pero tuvieron que soportar muchos
sufrimientos. Los naturales se
defendían, no aceptaban la llegada de esos hombres extraños, y en las batallas
morían numerosos españoles.
A pesar de esto, fueron avanzando lentamente, fundando
ciudades, enseñando su idioma y su religión, pues los aborígenes tenían sus
propios dioses, a los que adoraban en templos majestuosos llenos de adornos de
oro y plata.
El deseo de encontrar más oro y plata les hacía continuar
adelante, no importaba cuántos sacrificios les costara, pues los que triunfaban
se enriquecían grandemente.
Cada día llegaban nuevas naves españolas a los lugares ya
conquistados, y cientos de hombres, llenos de esperanza, desembarcaban para
iniciar la aventura en América.
No hay comentarios:
Publicar un comentario