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miércoles, 18 de abril de 2012

LAS EMPRESAS DE CONQUISTA DE AMÉRICA

El proceso de conquista de América, por parte de España, no tuvo lineamientos geográficos claramente definidos. Por  lo general, las distintas empresas se orientaban hacia determinadas zonas del continente guiadas por las noticias relativas a la riqueza. Esto no es extraño, si tomamos en cuenta una serie de factores que influyeron profundamente en la organización y características propias de las huestes conquistadoras.

       En primer lugar, la generalidad de los conquistadores, que provenían de distintas villas, ciudades y poblados de España, buscaban mejorar sus condiciones de vida, es decir, lograr un ascenso social por la vía del dinero, la fama y el honor adquirido en estas empresas.

       En segundo  lugar, hay que considerar la carencia de fondos por parte   de la monarquía española para emprender tan vasto proyecto. En efecto, la situación de la hacienda  real no permitía que el   Estado asumiera la organización y dirección  de estas empresas, por lo que se decidió  dejar campo libre a la iniciativa privada. La corona solo autorizaba, por sí misma o a través de sus funcionarios, el inicio de nuevas conquistas.

       Ocasionalmente, facilitaba algunos elementos como caballos y armas, pero no las financiaba.

       Los capitanes de Conquista aspiraban concretamente a obtener cargos de importancia en la administración de la nueva colonia, tales como el de gobernador y los honores anexos a él. Eventualmente, podían lograr, como recompensa a los servicios prestados a la corona, un título nobiliario. Los integrantes de la hueste, básicamente, obtenían una encomienda de indios (o repartiendo) y una merced de tierras.


La encomienda      era un grupo de indígenas que quedaba a cargo de un conquistador, al que se denominaba “encomendero”, quien tenía la obligación de velar por el bienestar y evangelización de los aborígenes.. Estos, como todos los vasallos dl rey, debían tributar a la corona, pero al formar parte de una encomienda, el tributo se  entregaba al encomendero. Así la corona compensaba a estos, y como los naturales no poseían dinero, tributaban con su trabajo.





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